Enseñar kitesurf, para nosotros, no es solo hacerte sentir emoción o adrenalina.
No es una carrera por el salto más alto ni por la salida más rápida.

Enseñar es detenerse.
Mirar el viento incluso antes de desplegar la cometa.
Leer las nubes, sentir la arena bajo los pies, escuchar el mar como se escucha a un amigo que habla poco pero lo dice todo.

Cuando enseñamos, no damos órdenes — compartimos una práctica.
Te ayudamos a entender cuándo es momento de actuar y cuándo es momento de esperar.
Te enseñamos a sentir la tracción de una cometa como se siente una vela en ceñida: no con fuerza, sino con tiempo.

No perseguimos el rendimiento, sino que buscamos la confianza silenciosa entre el cuerpo, el viento y el agua.
Te mostramos cómo encontrar el equilibrio no solo sobre la tabla, sino también en el gesto mismo.
Cómo elegir, cómo simplificar.

El kitesurf, como el mar, no se aprende rápido.
Se observa, se respeta, se acoge.
A veces el viento no llega, y entonces se espera. Otras veces llega con demasiada fuerza, y se aprende a renunciar.

Estamos ahí.
Para guiarte cuando hace falta, pero también para ayudarte a descubrir que tu cuerpo ya sabe muchas cosas, y que la técnica, bien dada, es solo una forma de dejarlas salir.

Enseñar kitesurf para nosotros es enseñar un lenguaje hecho de gestos lentos, señales pequeñas y atención.
No se trata de controlar el viento, sino de dejar que nos atraviese con la menor resistencia posible.

Como se hace con el mar.
Como se hace con la vida.

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